Presence (2024)

El sexto sentido, Los otros, Bitelchús (cómo detesto este título en español) y hasta Ghost son buenas películas con o sobre fantasmas que van más allá del simple susto. Rescato una más que me pilló completamente desprevenido y que se convirtió en uno de los títulos que más me emocionaron en 2017: Una historia de fantasmas, o A Ghost Story en inglés.

El protagonista es el fantasma de un hombre que sigue habitando la casa que compartía con su pareja hasta su repentina muerte en un accidente de coche. Evitando dar spoilers, este ente alarga su estancia hasta completar un ciclo que me mantuvo al borde de las lágrimas hasta el final.

La película me vino al instante a la cabeza al ver el tráiler de Presence, el último trabajo de Steven Soderbergh, que llega ahora a las pantallas un año después de presentarse en el Sundance Film Festival. Sigo al director porque, haga lo que haga, sé que sacaré algo bueno, no solo en lo que cuenta, sino en cómo lo hace. Y lo demuestra aquí de una forma extraordinaria.

La presencia del título es, eso, un fantasma que ocupa una casa y es testigo de la llegada de una nueva familia. La mudanza viene empujada por una tragedia: la muerte de dos amigas de la hija de la casa. Este hecho ha roto los canales de comunicación con su madre y con su hermano, con quien tiene cierta rivalidad, a pesar de su afecto. Como el gran maestro de la imagen que es Soderbergh, el director plantea la película como una cadena de planos secuencia desde la perspectiva del espectro. En un suave travelling, el espectador es transportado por todos los rincones de la casa para descubrir, al mismo tiempo que el fantasma, los secretos de la familia.

No me extrañó nada que Soderbergh fuera el operador de cámara a la vez que director, además de director de fotografía y editor. Le encanta hacerlo todo y, lo jodido, es que lo hace a la perfección. Leí una entrevista en la que explicaba que eligió una SONY DSLR con estabilizador. Su peso aproximado era de unos cinco kilos, y afirmaba que tuvo que ensayar varias veces la subida y bajada de las escaleras para no darse con los morros en el suelo. Cinco kilos no parecen muchos, pero hay un par de secuencias muy largas, y el director comentaba que notó el tembleque en los bíceps.

Técnicamente, la película es tan simple como efectiva. Consigue ese efecto voyeur que te hace sentir como una mosca en la pared, casi vulnerando la intimidad de los habitantes de la casa. Como era de esperar, es una película intachable.

Soderbergh se inspiró en un caso propio. Precisamente vive en una casa donde hubo una tragedia y, según sus palabras, su fantasma sigue allí. El director pasó el esbozo de la historia a uno de los grandes guionistas de Hollywood, David Koepp, quien dirigió una película que encuentro fascinante, pero que creo que solo me gustó a mí: El efecto dominó. El guionista siembra la historia con elementos que, al finalizar el pase, tu cabeza quiere rebobinar para su reinterpretación. Buscar un final inesperado a veces juega en contra de la credibilidad de la historia o su lógica, pero en este caso explota con el gran dramatismo que le pone Lucy Liu. Es una actriz que, a menudo, echo de menos en la pantalla.

Probablemente, sin el impacto previo de Una historia de fantasmas, Presence me hubiera sobrecogido más. Pero, aun con algunos paralelismos que, personalmente, restaron un poco el efecto sorpresa, me parece una pequeña gran película de un director que nunca decepciona.

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