Sing Sing (2023)
En un verano de grandes estrenos, pequeñas películas como esta duran un suspiro. Las superproducciones lo engullen todo. En una tarde libre de agosto estuve a punto de comprar entradas para Sing Sing con un Q&A posterior con su protagonista. Al final, no fui pensando que podría recuperarla la semana siguiente. Pero, unos días después, solo se podía ver en horarios dispares, por la mañana o por la tarde, en la noche. Y así fue como he tenido que esperar unos meses para verla, por fin.
Toda película merece ser vista en pantalla grande. No creo que importe la espectacularidad de sus escenas. En ningún otro lugar puedes prestarle toda la atención que se merece. De ahí mi breve introducción. Y creo que este drama lo merece.
Se trata de un drama carcelario que tiene lugar en una prisión de máxima seguridad al norte de Nueva York y que lleva el divertido nombre de Sing Sing (aunque su origen sea el nombre de una tribu de nativos americanos). La película se rodó, en realidad, en varios centros penitenciarios abandonados y en un tiempo asombroso: 19 días. Uno de los motivos es que el actor principal, el genial Coleman Domingo, solo disponía de ese tiempo entre los rodajes de El color púrpura y Rustin. Así que la producción se amoldó a sus necesidades.
El argumento rinde un entrañable homenaje a un programa real llamado RTA o Rehabilitation Through the Arts (rehabilitación a través de las artes) que da la oportunidad a los prisioneros de actuar en obras de teatro para el resto de reclusos. El programa va más allá del puro entretenimiento o de matar el tiempo. Tiene una función importante de autoexploración. La interpretación les lleva a canalizar sus frustraciones y a poner la energía en un futuro más esperanzador.
Sing Sing se beneficia de un realismo brutal al contar con prisioneros reales que han participado en el programa. Ellos mismos han moldeado el guión para reivindicar su eficacia. Probablemente esto haya ayudado a Domingo a hacer una interpretación memorable. Un buen actor se detecta en sus silencios, cuando escucha a los otros personajes. La habilidad de Domingo está en la simplicidad de su actuación, en los pequeños gestos en la interacción con el reparto. El año pasado se llevó los aplausos de la crítica por Rustin, la biografía del activista afroamericano homosexual Bayard Rustin, pero creo que aquí se superó. Sus mejores escenas están compartidas con Divine Eye, uno de los integrantes originales del programa. El reparto de actores profesionales y aficionados entero transmite esa gran emoción que transciende la pantalla.
Del director, Greg Kwedar, solo le conocía el trabajo por el guión de Jockey, un drama que descubrí en el festival de Sundance. Su trabajo en Sing Sing escapa al típico plano/contraplano. La película arranca con la producción final de la obra que veremos ensayar a lo largo de la historia y la textura de la fotografía, con ese fondo azulado lleno de mariposas que arropa a Domingo, ya apunta que no le falta habilidad detrás de la cámara.
Después de Cadena Perpetua, Sing Sing quizá sea la película de prisiones que más ha calado en mí. Ojalá llegue a muchos más ojos.
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