Queer, el fenómeno gay del año
Fue una de las películas más esperadas del New York Film Festival por los comentarios que surgieron de los pases de Venecia y por la calidad del talento involucrado. Luca Guadagnino, el director que presenta su nueva película después del éxito de Challengers, uno de los títulos más sexis de este año; Daniel Craig, el ex James Bond que explora otros territorios; y William S. Burroughs, el escritor de la generación Beat que revolucionó la cultura en los años 50. Es, sin duda, una combinación sorprendente y llamado al éxito.
La película lo es, a pesar de jugar con un material nada fácil. Tuve la oportunidad de asistir, de manera virtual, a un encuentro con Guadagnino y Craig donde revelaron algunos de los temas y anécdotas de un título que caló hondo en la comunidad LGBTQ. La película no se esconde de nada. El argumento tiene tintes autobiográficos del autor y sigue la vida de Lee, quien se refugia de la ley en México, en los años 50. Allí conoce a Allerton, un misterioso joven hacia quien siente una enorme obsesiva atracción.
La novela dio muchas vueltas por Hollywood hasta caer en las manos del director, quien afirma haberla leído, por primera vez, a los 17 años y que nunca la abandonó. “Se grabó en mí ese tipo de hiperromanticismo que aporta en cada página y la idea de la búsqueda de un contacto que nunca termina sino que va a más. Quise llevar esta búsqueda a la pantalla”. Para él, el libro sigue vigente. “Siento fascinación por el lenguaje de Burroughs. Es algo que vivirá para siempre. No es un autor que muriera en su tiempo sino que sigue inspirando a las nuevas generaciones. La película trata sobre lo que uno siente por el otro y eso será siempre relevante porque una de las cosas más aterradoras de la vida es el encuentro con el otro”.
Guadagnino está sentado cómodamente junto a Craig quien, durante unos segundos, desaparece para ir a buscar una chaqueta. El actor afirma que Luca fue la razón para hacer la película. “La culpa es de Luca y, luego, de este personaje tan complicado como fascinante. Pocas veces aparece un papel con tantas capas y es una oportunidad demasiado tentadora para rechazarla.” Fue interesante saber que su interpretación se pulió en el mismo plató, experimentando junto a Luca.
© Daniel Craig en la presentación de ‘Queer’ en Nueva York.
La historia que plantea me recordó, en algunos momentos, a Muerte en Venecia por el patetismo de ese enamoramiento que también aparece en Queer, sobre todo al principio. Craig despliega su técnica de humor en los encuentros iniciales en los que intenta llamar la atención de Allerton y acaba haciéndonos sentir una vergüenza ajena. Todos hemos estado en esa situación. También me vino a la cabeza Querelle. No por el alto contenido gay sino por esa ambientación casi onírica, con elementos realistas pero no reales. Guadanigno explica por qué. “En su novela, Burroughs describe lugares que pueden haber sido reales, en su estancia en México, pero los impregna de recuerdos de otros sitios. Así que, con el responsable de diseño de producción, decidimos que, en vez de hacer una película de época ambientada en lugares reales, crearíamos un imaginario de Burroughs. La película tiene lugar en su mundo fantasmagórico.”
Burroughs es una figura fascinante cuya obra no conozco suficientemente. Otra de sus conocidas adaptaciones es Naked Lunch, que David Cronenberg llevó a la pantalla en 1991. Pero no he leído ninguno de sus libros. Le conozco por lo influyente que fue en el Greenwich Village de Nueva York durante la explosión de la cultura Beat y tiene una biografía errática que incluye el presunto asesinato de su mujer. A través de la película se intuye un estilo poco convencional, la predilección por temas oscuros y un sentido del humor perverso. Es lo mismo que sentí después de ver Puro vicio (o Inherent Vice, en inglés), la adaptación de Paul Thomas Anderson de la obra de Thomas Pynchon. No tendrán nada que ver pero me parecen dos adaptaciones complejas, hasta cierto punto imposibles. Pero creo que las dos funcionan a su manera.
De la película me gusta, especialmente, su primer acto que describe cómo se calienta la relación de los protagonistas. El segundo acto los lleva inesperadamente a la selva para experimentar con ayahuasca y el final, que Guadagnino modificó del texto original, tiene un toque de 2001: Una odisea del espacio que se abre a múltiples interpretaciones.
El director se ha labrado una carrera incorporando tramas gays, como en Call me by your name, o de experimentación sexual como en Challengers y su miniserie para HBO We Are Who We Are. Dar protagonismo a ese tipo de actitudes y personajes es importante para los espectadores que se ven poco representados en el cine y televisión pero Guadagnino no se ve como el capitán de ese barco. “No sé si el papel de la película es hacer progresar la idea de representación en la industria. Creo que habla del apoyo que hemos recibido para hacer una película como Dios manda, con los recursos apropiados. Tanto el reparto como el equipo han abrazado la historia por completo y creo que este hecho da esperanza.
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